martes, noviembre 04, 2008

Días de Alonsotegi

Al final imaginé que no me acostumbraría y sin embargo poco a poco me voy adaptando. Lejos están los temores de no ser capaz de valerme por mi misma, aunque debo reconocer que aún queda la nostalgia y la incertidumbre por conocer tan de pronto y tan de repente cosas, gente y lugares a los que creo que aun no pertenezco - pero no por ello que no perteneceré nunca-.

Echo mucho de menos los olores de mi casa, y es que es así, las cazuelas de la comida, el olor de mi almohada, de mi Lunita, del perfume de mi madre, de casa. Y cuando les veo a todos juntos compartiendo fechas importantes como el reciente cumpleaños de mi abuela, no puedo dejar de contener las lágrimas porque no estoy allí con ellos; y luego me pongo a pensar que me pasaría exactamente lo mismo si es que no celebrara un cumpleaños con mi esposo.

Y es que la vida es así, un constante elegir. Lo bueno, de lo malo. Lo negro de lo blanco. Azúcar o edulcorante. Pasillo o ventana. Aquí o allá. Y muchísimas veces cuando decidimos algo no sabemos si sea lo más correcto pero si sabemos que es lo necesario.

He de decir que soy feliz, por estar al lado del hombre que amo; pero sin embargo me causa mucha pena no poder estar y compartir esta felicidad que me llena por completo con mi familia (la de Perú).

Los días aquí han sido de lluvias, truenos y hasta relámpagos. Algunas veces brilla el sol en todo su esplendor y se refleja desde altas horas de la mañana en los verdes pinos que se asoman en el monte cuando veo por mi ventana. Esos días de sol me llevan a querer tener más de ellos. A sonreír, a hacer planes.

Menos mal tengo los días de sol, a ti y a todo eso maravilloso que me das. Gracias mi amor por todo y más.
 
Header Image from Bangbouh @ Flickr