En la noche, ya tarde, se detuvo a observar en su memoria, iba recogiendo pasajes ya vividos e imaginaba otros tantos de la manera más dolorosa que existía. En todas esas imágenes que podía concebir en su delicado y pequeño mundo, en absolutamente todos, percibía aquella sensación de soledad, y se preguntaba para sus adentros si alguna vez sería feliz.
Intentó huir de ellos, pero le era terriblemente difícil, la habitación cada vez le parecía más oscura, más pequeña, más sola. Entonces no cabía duda que las vueltas que daba la vida le jugarían malas pasadas, que esta no era la primera vez que se sentía así; debería entonces conformarse, debería entonces ahogarse en un vaso de agua…
En algún lugar del mundo su mente se detuvo y las imágenes persistían, todas ellas en blanco y negro, todas ellas con rostros tristes y momentos aún más tristes.
Miró al techo y notó que Dios no podía observarla a través del hormigón, y se sintió otra vez tan sola.
¿Y si de alguna manera Dios si la miraba?, ¿y si tan solo era que no habían momentos tristes?, que todo era producto de la imaginación y que la oscuridad era su mejor amiga, su aliada; entonces la confusión resultaría su mayor predilección, su estado emocional favorito.
Súbitamente se levanto de su asiento y se aletargó por un momento, sin imaginar nada, sin beber del trago amargo de la desilusión, e intentó ser feliz; lo pedía a gritos, rogó, vociferó a Dios que le permitiera mirar a través del hormigón, a través de su alma, de sus ojos, que le permitiera volar y que al chocar sus talones le hiciera volver a casa.
La respuesta demoró en llegar, las horas transcurrían y el remolino no cesaba, seguía por dentro. La magia no hacía efecto, y las preguntas al igual que las ganas de vivir se le iban de las manos, se escurrían por entre sus dedos, como migajas.
La respuesta fue el sonoro silenció, la oscuridad, la verdad de las cosas es que Dios si la miraba pero ella a él no, la verdad de las cosas era que ni siquiera Dios sabía si las imágenes desaparecerían, fue entonces ahí que tomo la decisión de no mirar atrás, de mantener la calma y gritar en silencio y rogar que el corazón se endureciera y que los fantasmas, que ahora se aparecían con regularidad, la hicieran su reina y la amparen y la besen.
Entonces así, ni Dios, ni el hormigón, ni la oscuridad, ni la soledad le harían daño; tan solo las imágenes, tan solo ellas decidirían cuando marcharse…ella aprenderá a esperar, como siempre, para siempre.
Intentó huir de ellos, pero le era terriblemente difícil, la habitación cada vez le parecía más oscura, más pequeña, más sola. Entonces no cabía duda que las vueltas que daba la vida le jugarían malas pasadas, que esta no era la primera vez que se sentía así; debería entonces conformarse, debería entonces ahogarse en un vaso de agua…
En algún lugar del mundo su mente se detuvo y las imágenes persistían, todas ellas en blanco y negro, todas ellas con rostros tristes y momentos aún más tristes.
Miró al techo y notó que Dios no podía observarla a través del hormigón, y se sintió otra vez tan sola.
¿Y si de alguna manera Dios si la miraba?, ¿y si tan solo era que no habían momentos tristes?, que todo era producto de la imaginación y que la oscuridad era su mejor amiga, su aliada; entonces la confusión resultaría su mayor predilección, su estado emocional favorito.
Súbitamente se levanto de su asiento y se aletargó por un momento, sin imaginar nada, sin beber del trago amargo de la desilusión, e intentó ser feliz; lo pedía a gritos, rogó, vociferó a Dios que le permitiera mirar a través del hormigón, a través de su alma, de sus ojos, que le permitiera volar y que al chocar sus talones le hiciera volver a casa.
La respuesta demoró en llegar, las horas transcurrían y el remolino no cesaba, seguía por dentro. La magia no hacía efecto, y las preguntas al igual que las ganas de vivir se le iban de las manos, se escurrían por entre sus dedos, como migajas.
La respuesta fue el sonoro silenció, la oscuridad, la verdad de las cosas es que Dios si la miraba pero ella a él no, la verdad de las cosas era que ni siquiera Dios sabía si las imágenes desaparecerían, fue entonces ahí que tomo la decisión de no mirar atrás, de mantener la calma y gritar en silencio y rogar que el corazón se endureciera y que los fantasmas, que ahora se aparecían con regularidad, la hicieran su reina y la amparen y la besen.
Entonces así, ni Dios, ni el hormigón, ni la oscuridad, ni la soledad le harían daño; tan solo las imágenes, tan solo ellas decidirían cuando marcharse…ella aprenderá a esperar, como siempre, para siempre.
7 amigo(s) dice(n):
Si uno se encierra en sí mismo, estará solo aunque esté en un estadio olímpico a rebosar de gente. Al final la única batalla la libras contra ti mismo, y la solución es ser tu mejor amigo.
En verdad os digo que el que me busca, me encuentra, y a ver si al final la vamos a tener (El Evangelio según Tarantino)
Ese miedo a lo desconocido y el querer alguién a su lado en todo momento para darle seguridad y alejarlo...sólo es eso.
Lo tengo que volver a leer...para beber el cuerpo de Dios,en una copa de hormigon,llena hasta el borde de imagenes.
Un abrazo,un apreton,un beso.
Ya lo creo que el corazón se endurece... a veces hasta demasiado, y eso tampoco es bueno.
Muchos besos desde el agua.
Yo te esperaré mi Mar querida... con un ramo de flores :)
Besos
Bueno,creo que todos hemos tenido momentos si no iguales, parecidos. SALUDOS.
Ya sabes lo tremendamente superficiales, necias y estúpidas ke somos las cucarachas...pero en dias como estos... sabemos lo que necesitas...
anada acercate un pocooo... ke te demos un achuchonnnn!!!!...
hoy solo besossss Marrr!!!!..los versos pa cuando no duelan!!!
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