A MI ABUELO
Es tan triste decir adiós así que este no será el caso… Ricardo esposo, padre, abuelo, bisabuelo no se ha ido y lo más probable es que nunca se vaya del todo. Entonces pues NO ES ADIÓS, ES BIENVENIDA. Bienvenida a nuestros corazones, a nuestro legado y a nuestras historias.
Ricardo, mi abuelo, no fue una persona más. Fue un niño que quería mucho a sus padres y hermanos, que tuvo una infancia de juegos y risas, fue un joven comprometido a lo que para él era digno, fue un valiente policía a quien las inclemencias del clima o de los lugares a los que era asignado nunca fueron obstáculo para cumplir a cabalidad su labor policial. Fue patriarca, fue quien con arduo sacrificio sacó adelante a su familia, siempre contando con la ayuda y fuerza que le daba su adorada Lucila. Quien a pesar de no demostrar abiertamente sus sentimientos, amaba a sus hijos, a cada uno de ellos a la escoba, a calambrito, a chamaco, a la gata y a cominito; de quienes estaba y sigue estando orgulloso. Ricardo fue un maravilloso abuelo, maravilloso con M mayúscula, fue él, quien al sentarnos a la mesa nos hacía preguntas de historia y geografía y esperaba a que cometamos errores para corregirnos con esa sabia y gentil disposición que le caracterizaba.
Recuerdo que era el único en la familia que no esperaba a que fuera 28 de julio para sacar la bandera del cajón, darle una planchada y tenerla lista para ser lucida; era quien tomaba las medidas a sus hijos y posteriormente a sus nietos, para hacernos el uniforme escolar; era quien sufría al oír cada carrera de caballos y darse cuenta que cuando ganaba era el único día en que no había apostado, quien le gustaba muchísimo los dulces y me pedía casi siempre que preparara las rosquitas que tanto le gustaban. El que no se hacía problemas en ponernos apodos cariñosos que estoy segura muchos de ustedes aún los usan (Puedo agregar que según lo que él contaba, habían muchos Ricardos en la familia y tenía que poder diferenciar). El abuelo Simpson como le pusimos de cariño en algún momento los nietos, era fanático del juego del cachito tanto o más que de la revista Condorito. Solía escuchar pasillos, música española y tangos (nada como Gardel para estremecer su corazón); era quien ponía en fila india a los nietos para darles la propina navideña o de 28 así como también nos preguntaba si habíamos aprobado cursos y que quería ver pronto nuestro título. Era quien le daba un beso tierno en los labios a su amada Lucila, cada cumpleaños, cada navidad y cada fin de año. Y a quien todas las mañanas al desayunar le decía buenos días y le cogía de la mano.
Recuerdo cada instante de su vida, los que no viví con él (pero que nos contaba) y los tantos que viví a su lado y sólo puedo recordar una sonrisa, creo y estoy segura que él quisiera que lo recordemos así, como la persona fuerte, buena y luchadora que fue y que no estemos tristes, sobre todo eso, que no estemos tristes porque estamos seguros que su vida no fue en vano, que aportó muchísimo en cada uno de nosotros y que él ahora descansa a la vera de nuestros sueños, velando por ellos, siendo nuestro ángel de la guarda y guiándonos en nuestras acciones y pensamientos.
Ricardo no se ha ido señores, porque cuando una persona está tan viva en nuestros corazones es que estamos seguros que no se aleja, si no que más bien se queda … y se queda para siempre.
Es tan triste decir adiós así que este no será el caso… Ricardo esposo, padre, abuelo, bisabuelo no se ha ido y lo más probable es que nunca se vaya del todo. Entonces pues NO ES ADIÓS, ES BIENVENIDA. Bienvenida a nuestros corazones, a nuestro legado y a nuestras historias.
Ricardo, mi abuelo, no fue una persona más. Fue un niño que quería mucho a sus padres y hermanos, que tuvo una infancia de juegos y risas, fue un joven comprometido a lo que para él era digno, fue un valiente policía a quien las inclemencias del clima o de los lugares a los que era asignado nunca fueron obstáculo para cumplir a cabalidad su labor policial. Fue patriarca, fue quien con arduo sacrificio sacó adelante a su familia, siempre contando con la ayuda y fuerza que le daba su adorada Lucila. Quien a pesar de no demostrar abiertamente sus sentimientos, amaba a sus hijos, a cada uno de ellos a la escoba, a calambrito, a chamaco, a la gata y a cominito; de quienes estaba y sigue estando orgulloso. Ricardo fue un maravilloso abuelo, maravilloso con M mayúscula, fue él, quien al sentarnos a la mesa nos hacía preguntas de historia y geografía y esperaba a que cometamos errores para corregirnos con esa sabia y gentil disposición que le caracterizaba.
Recuerdo que era el único en la familia que no esperaba a que fuera 28 de julio para sacar la bandera del cajón, darle una planchada y tenerla lista para ser lucida; era quien tomaba las medidas a sus hijos y posteriormente a sus nietos, para hacernos el uniforme escolar; era quien sufría al oír cada carrera de caballos y darse cuenta que cuando ganaba era el único día en que no había apostado, quien le gustaba muchísimo los dulces y me pedía casi siempre que preparara las rosquitas que tanto le gustaban. El que no se hacía problemas en ponernos apodos cariñosos que estoy segura muchos de ustedes aún los usan (Puedo agregar que según lo que él contaba, habían muchos Ricardos en la familia y tenía que poder diferenciar). El abuelo Simpson como le pusimos de cariño en algún momento los nietos, era fanático del juego del cachito tanto o más que de la revista Condorito. Solía escuchar pasillos, música española y tangos (nada como Gardel para estremecer su corazón); era quien ponía en fila india a los nietos para darles la propina navideña o de 28 así como también nos preguntaba si habíamos aprobado cursos y que quería ver pronto nuestro título. Era quien le daba un beso tierno en los labios a su amada Lucila, cada cumpleaños, cada navidad y cada fin de año. Y a quien todas las mañanas al desayunar le decía buenos días y le cogía de la mano.
Recuerdo cada instante de su vida, los que no viví con él (pero que nos contaba) y los tantos que viví a su lado y sólo puedo recordar una sonrisa, creo y estoy segura que él quisiera que lo recordemos así, como la persona fuerte, buena y luchadora que fue y que no estemos tristes, sobre todo eso, que no estemos tristes porque estamos seguros que su vida no fue en vano, que aportó muchísimo en cada uno de nosotros y que él ahora descansa a la vera de nuestros sueños, velando por ellos, siendo nuestro ángel de la guarda y guiándonos en nuestras acciones y pensamientos.
Ricardo no se ha ido señores, porque cuando una persona está tan viva en nuestros corazones es que estamos seguros que no se aleja, si no que más bien se queda … y se queda para siempre.
1 amigo(s) dice(n):
Ricardo ya se encontro con Gardel y juntos trovan, mi Mar: En cada abrazo tuyo florece nuestro amor,
y el mundo es todo mío si tengo tu calor yo quiero en ese fuego quemar mi corazón abrázame mi cielo
abrázame mi amor... Cómo no sabías?
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