jueves, diciembre 07, 2006

Coplas y Muerte

Ayer la muerté rondó Venezuela. Un amigo mio me contó que el padre de su mejor amigo había fallecido. No se por qué de pronto recordé a mi abuelo, recordé a mi padre e imaginé el momento de mi propia muerte. Estas cosas no llegan cuando las esperamos y no se si alguna vez, en algún momento estaremos preparados... Aquí les dejo un fragmento de las coplas de Jorge Manrique, a la muerte de su padre.
Coplas a la muerte de (su padre) Don Rodrigo Manrique

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo después, de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
Y pues vemos lo presente
cómo en un punto es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durarlo que espera,
más que duró lo que vio,
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
A Aquél solo me encomiendo,
Aquél solo invoco yo,
de verdad,
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientra vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que, cuando morimos,
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usaremos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Y aun el hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió a nacer acá entre nos
y vivir en este suelo murió.
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos,
las perdemos:
de ellas deshaze la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Decidme, la hermosura,
la gentil frescura y tez de la cara,
la color y la blancura
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna grave
cuando llega al arrabalde senectud.
Pues la sangre de los godos,
el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos
se sume su gran alteza
en esta vida!

0 amigo(s) dice(n):

 
Header Image from Bangbouh @ Flickr