martes, diciembre 12, 2006

LA PROMESA DEL VINO TRANSGÉNICO

Con la modificación de la levadura ML01 en la industria del vino norteamericano, se plantea la posible solución para aquellos que gustan del vino y sufren migraña

Para nadie es un mito que existe una serie de alimentos que se relacionan con la aparición del dolor de cabeza -cefalea- en individuos sensibles a determinados productos químicos existentes en dichos alimentos. Por ejemplo, se cree que los taninos que producen las plantas, -aquellos que le dan ese particular color y sabor a los vinos- que se encuentran en la piel de la uva, que es dejada en fermentación para que sedimente dentro del propio vino, son los detonantes del `Dolor de cabeza producido por el vino tinto´ o de RWH (`Red Wine Headache´. El `Harvard Health´ publicó varios experimentos que demuestran que, en la sangre, los taninos causan la liberación de serotonina, un neurotransmisor que, en altos niveles de concentración, puede causar dolor de cabeza a pacientes que sufren migrañas. Pero esto no explica por qué quienes no las sufren sí evidencian el síndrome RWH. La doctora Marion Nestle, del Departamento de estudios alimenticios de la Universidad de Nueva York, EE.UU., agregó que nadie se queja de padecer dolores de cabeza derivados del té, la soja o el chocolate, también fuertes en taninos.

La cefalea producida por la ingesta de vino tinto es de mecanismo vascular y de tipo migrañosa, y está relacionada con la concentración en estos vinos de las aminas biológicas histamina y tiramina.
La histamina produce una dilatación de los vasos sanguíneos (vaso dilatación) que provoca la cefalea por aumento de la presión en la cabeza. Por tanto no es un mecanismo alérgico sino vascular. Las personas normales se defienden de los efectos de la histamina mediante una enzima que se encuentran en el intestino delgado (la diamino-oxidasa). Los individuos que padecen este tipo de cefaleas presentan una especial sensibilidad por un defecto de la actividad de esta enzima, lo que lleva a un exceso de absorción de histamina, y presentan por tanto cefalea tras la ingesta de productos ricos en ésta como lo es el vino tinto.
Wanke F. y un grupo de médicos asociados a él, en 1999 ya habían demostrado y observado en un estudio en personas sanas que recibieron vino rico en histamina, que tenían un aumento transitorio de diamina oxidasa en la sangre. Es decir, que la mayoría de personas cuando toman vino producen más diamina oxidasa para metabolizar la mayor ingesta de histamina y por eso no tener dolor de cabeza.
Alrededor del 13% de los americanos sufre de migrañas, según el Nacional Headache Foundation. “Normalmente, a los pacientes que sufren de migraña se les recomienda que eviten el vino rojo”, dijo Marco Vespignani un médico naturópata del Institute for Restorative Health en Davis (Estados Unidos).

POSIBLES SOLUCIONES
Según recoge la lista de distribución de noticias Agbioworld, gracias a un experimento de ingeniería genética en los viñedos de EEUU, consistente en la modificación de la levadura ML01, diseñada para eliminar sustancias químicas en el vino rojo, se puede llegar a una posible respuesta a los dolores de cabeza que puede producir el mismo.
“Como industria, definitivamente estamos interesados en el estudio en lo que se refiere a la ingeniería genética, dijo Paul Dolan, productor de vino y presidente de Wine Institute, el grupo líder en la industria de California.
Si bien es cierto, el introducir dos genes de ADN en especies de levadura es relativamente nuevo, ya se plantea que cierta cantidad de este vino elaborado con la levadura llamada ML01, llegará a los consumidores este año. Jason Rodríguez, especialista en productos de vino de American Tartaric Products Inc., que es el distribuidor californiano de la levadura en cuestión; negó que los vinos se identificaran por marcas y que llevaran algún tipo de identificación, ya que las regulaciones estadounidenses no requieren especificaciones que detallen cuándo un alimento contiene ingredientes modificados genéticamente.
Puede llegar a ser difícil saber cuándo se esta hablando de un vino transgénico, o sea de una vid genéticamente modificada, sin embargo y muy a pesar de que en otros países, especialmente los del Viejo Mundo, rechazan el concepto de lo transgénico, se vienen experimentando además de en Estados Unidos, en países como Uruguay, Argentina, Chile y Brasil.
Una empresa de biotecnología argentina, inclusive anunció el embotellado de lo que consideró el primer vino transgénico argentino recuperador de la embriaguez, asegurando que “Una copa de este vino por día aleja a los demás vinos”.
La compañía, TransVinus, dijo que el vino fue embotellado bajo la marca Tranz. Según TransVinus, las vides modificadas por vía genética poseen en sus células germinales el gen de la `Hormona de Sobriedad Humana´ (hSH). Los vinos provenientes de las uvas des esta vid contendrían esa hormona, que se utiliza para tratar a individuos con problemas de bebida.
La vid que dio origen a Tranz es una cepa clonada por TransVinus, Transa Mansa, que posee en su ADN la hormona y genera, de a cuerdo con el sitio de Internet de la empresa, “grandes cantidades de Hormona de Sobriedad Humana en sus vinos de altísimo efecto en el tratamiento de la embriaguez”.
En el marco del XII Congreso Nacional de Enólogos, realizado en Santa Cruz de Tenerife en mayo de este año, se barajó entre otros temas las posibilidades tecnológicas que están al alcance del enólogo. En cuanto a los microorganismos modificados genéticamente (MMG), se dijo que si bien es cierto las empresas observan el alto aprecio que tiene una gran mayoría de consumidores hacia los vinos que se elaboran con el recurso mínimo a manipulaciones tecnológicas; ciertas empresas saben que algunos consumidores no entenderían ni siquiera la utilización de levaduras o bacterias seleccionadas en el proceso de elaboración, al estilo de recelo que algunos consumidores tienen cuando oyen hablar de clones libres de virus en la viña.
La resistencia observada en las empresas vinícolas a la biotecnología ligada a los MMG obedece, en muchos casos, a una posición de cautela, hasta que el tiempo permita que el mercado y el consumidor se habitúen a los organismos genéticamente modificados y las empresas vitivinícolas comprueben los efectos positivos de las levaduras modificadas genéticamente.
Santiago Mínguez, Jefe del Servicio Técnico del INCAVI (Instituto Catalán de la Viña y el Vino) señala que conviene preguntarse, si el vino elaborado con una LMG debería incorporar en su etiqueta la mención de alimento modificado genéticamente.
En conclusión, los alimentos manipulados genéticamente y lo que se denomina transgénico siempre estarán en debate, especialmente cuando a vinos se refiere.

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