jueves, enero 04, 2007

Se cierra una página... se abre otra.

Había ya cogido el bolso y puesto lo necesario para no pasarla mal. Bloqueador, champán, ropa interior, un cuaderno, la cámara de fotos y algún dinerillo. Por la tarde se dio un baño y se vistió de azul (su color preferido). Esperó a la "mancha"* y a que todos estuvieran listos y se fueron a por un taxi, rumbo al mar...


Cerró los ojos y abrió la ventanilla del coche para que el aroma salado que venía de lejos le cubra el rostro, dejando atrás el humo, el ruido y lo fétido que podía resultar muchas veces la ciudad.

El camino se hacía cada vez más pequeño. El tiempo transcurrido no había sido tanlargo como ella se lo había imaginado. Llegaron de tarde. El sol estaba espectacular posándose sobre el mar, como queriendo darle un beso a las olas ya serenas. Llegaron, saludaron a la anfitriona y se fueron a cambiar, a ponerse las mejores galas. La mujerniña se puso una corona de plumas amarillas. Quería recibir el año como lo que quería y sentía que podía ser... una reina.

La noche estaba a punto de brindar las primeras luces artificiales en aquella casa de playa. Los lamparines, antorchas y lucecitas navideñas hacían que se viera muy "fashion" . Los dibujos y obras de arte dentro de ella al contrario daban un estilo mas "kitsch".

Los "sortilegios" y "cábalas" estaban dispuestos a la orden del día. Mirella, la niña chiquita, había llevado unas velas que venían muy bien puesto que era la mejor forma de atraer las "buenas vibras" Un grupo de chiquillos escribían en papel y ponían la mesa y la serpentina. Por fuera, la parrilla estaba ya en lo mejor. El carbón ardía lo justo y fue ahí cuando Rafa sacó los chorizos y salchichas. Martin y Luchi ya habían llegado y habían llevado unas cervezas y una botella de crema de whisky, que horas más tarde nos enteramos que desafortunadamente fue hurtada de nuestro cooler. "!No importa!", pensamos, " lo mejor está por venir".


Luego de bailar y bailar, sorteando mil y un obstáculos se pusieron a cenar. Esta vez no fue la típica cena de noche vieja, en la que estaban las uvas ni el vino. Esta vez, todos juntos reunidos al rededor de una parrilla comian unos pinchitos y unas patatas, pero sin dejar de lado la cerveza que venía bien para apagar ciertos calores de antes de media noche.


!La hora había llegado! Se aproximaban las doce de la noche, y todos estaban dispuestos. Ella había cogido un bolígrafo y anoto en un papelito, todas aquellas cosas que habían ido fatal en el año. Jo...eran tantas las que habían ido mal en el año que no sabía por donde empezar. Soltó una lágrima, nadie la vio menos mal, porque si no creerían que aún extrañaba ciertas cosas, ciertos momentos, a cierta gente. Lo que era verdad de todo ello, de la lágrima, era que tenía muy en claro lo que venía, a lo que se presentaba esa noche. Iba a cerrar una página de su libro, para poder abrir otra. Luego de anotar en el otro papelito los deseos que querían que se cumplan en el 2007, tomaron rumbo desconocido, para llegar casi en penumbras, a pesar de una luna llena prometedora, a la playa... a la orilla del mar que tanto les estaba llamando. Para celebrar, para festejar todo lo bueno, todo aquello que estaba por llegar.

Bebieron como locos, la botella iba de un lado a otro y todos riendo y esperando para poder abrazarse y darse unos besos, aquellos besos que sellarían un trato con el destino. A lo mejor Eros estaba despierto, allí detrás de la luna como queriendo ser cómplice de todo eso que sucedía allí a la orilla del mar.






"!Las 12! !Feliz año nuevo! !Feliz 2007!"


La botella estaba ya vacía, ella se daba cuenta de que la esperanza de volver, se le iba en cada sorbo en cada risa, en cada mirada al océano. !De prisa, todos a poner sus deseos en la botella!. Luego de quemar todo lo malo del año, se le entregó a ella el recipiente con todos esos deseos. Pensó en todo lo que pasó, en lo bueno que pasará, en las lágrimas, enlas risas, en el estremecerse con un nuevo día. Sonrió, dio las gracias a su tocaya la mar, y se adentró corriendo entre las olas que se alejaban como invitándola a su hogar (le dio mucho miedo de ahogarse, pero que más daba, ya estaba allí). La arrojó, vió como se alejaba, el mar atrapaba esa botella como quien se aferra a lo más sagrado. Era una señal.


Al salir del líquido elemento y de posar sus pies en la arena húmeda, notó que había sufrido un accidente. No se la iba a llevar tan fácil, "un sacrificio por tus deseos", habría dicho el mar. La herida no fue grande, pero si profunda, lo suficiente como para calmar a los dioses del océano.


Las fotografías iban y venían, y el deseo de que las cosas fueran mejor iba creciendo. Muchas, muchas, muchas risas se mezclaban con el sonido de los fuegos artificiales. Las luces de bengala, las bombardas y mil cosas más que desviaban por momentos nuestra atención.


Al volver a la fiesta sabía que con ella tenía el mejor regalo del mundo. La esperanza y la dicha de no sentirse más sola. nunca más, los tenía a ellos, a sus amigos y también se tenía a si misma. Lo demás puede esperar.

* Dedicado a la manchita (amigos, grupo, mi gente) del 2006.

1 amigo(s) dice(n):

Anónimo dijo...

Hola Mar! me gusto mucho como as descrito esa noche tan especial, sigue escribiendo asi guapa. TQM

 
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