!!Carnavales!! !Agua pa tiiiiiii!

No voy a negar que la época de los carnavales es una época en la que la gente se siente muy a gusto. Es un buen pretexto para salir, pasárselo bien, beberse unas copas y disfrazarse. Aquí en Perú, como en el resto de Sudamérica, nos toca vivirla en verano. El sol arde con mucho odio sobre nuestras espaldas y a lo único que nos llama, es a referscarnos con un buen baño, una bebida fría o simplemente un poquito de sombrita.

Los carnavales más populares son los de Cajamarca, Arequipa, Puno y Ayacucho. En todos ellos se manifiesta el espíritu festivo del pueblo, materializado en comparsas, danzas con trajes típicos, concursos, etc. Por ejemplo, en los Carnavales de Cajamarca, se dan mucho los consursos de coplas improvisadas, matarinas y las comprasas de payasos que aguardan por la llegada del Ño Carnavalón. En los carnavales de Arequipa, Puno y Ayacucho se ofician ritos extraños, que van desde cortar árboles con regalos colocados en sus ramas (cual estilo arbolito navideño) llamado Yunza, hasta embadurnarse con huevo, talco, betún, etc. en cara y ropa.

Sin embargo en Lima, los carnavales adquieren matices diversos. Los limeños acostumbramos (y hablo en plural, porque lo he hecho alguna vez), de jugar con baldes globos llenos de agua, y crear nuestras mini guerras. No todos respetan a los transeúntes. Extienden sus juegos hacía fuera del patio, jardín o calle, y se aventuran a ganarse problemas o quizá aumentar su dosis diaria de adrenalina. Lo cierto es que a veces se les pasa la mano, y nada con excesos es bueno.

Un recuerdo que tengo de los carnavales "plan violento", es la popular "matachola", que era un artefacto de creación casera, que consistía en coger una media de estas de panthys nylon, y llenarla de talco. Luego de efectuada esta acción, se procedía a hacer un nudo muy fuerte en la "boca del panthy" (que no era más que la media cortada en la parte de la cadera) y así empezar a "ajusticiar" a los partícipes del carnaval.

!Cómo dolían las condenadas matacholas! Peor aún cuando en lugar de talco se les echaba yeso!! (tengo un amigo que siempre nos amanaza a mis amigas y a mi de que nos va a perseguir con matacholas de yeso. Lo imagino como ese personaje de Hanna Barbera, "El capitán Cavernícola". A lo mejor el practica el viejo dicho Andino de: "Más me pegas más te quiero". Eso es otro tema del cual tendremos ocasión de hablar más adelante ¿vale?).

A continuación, una historia basada en hechos reales:

!Agua pa tiiiiiii!

Salí a comprar el periódico. El kiosko no me quedaba para nada lejos. Estaba tan sólo en la otra calle al doblar la esquina. No me daban muchas ganas de ir, es cierto, pero mi afán por enterarme de los aconteciemintos era más fuerte que mi pereza, o más bien en lugar de pereza, pues mi alergia al calor.

Ni bien salía de casa, veo que se aproximan hacia mi, una horda de muchachitos y muchachitas con unas armas que resultaban extrañas para mi. A lo mejor no vi bien... uf! ¿son granadas acaso? veo que sonríen muchísimo y no paran de correr. He visto a uno de ellos con un revólver ¿o será una escopeta?. Se van acercando y yo retrocedo cada vez más. Diez de sus pasos, son dos de los mios.

Me veo ante ellos, indefensa y suplicando que no me hagan daño. Es tarde. ni bien termino de decirles que no se ensañen contra mi. Recibo el primer golpe. La granada de otro niño estalló en su mano, pero no pasa nada, tiene más de ellas en el balde que lleva consigo. Me disparan sin piedad, me someto ante ese pelotón de fusilamiento.

De pronto, los justicieros de azul y verde acuden a mi auxilio. Los capturan. Ojalá haya justicia. yo me quedo aquí mientras tanto, sin periódico y mojada de pies a cabeza.