Laberinto y tristeza

Me senté en una pequeña banquita y te esperé un día como hoy, dentro del laberinto. Las paredes verdes que se extendían sin precisar bien su rumbo, me indicaban que estabas lejos. sin embargo mis estúpidas ansias y mi deseo de verte era más fuerte que la realidad que ante mis ojos asomaba.

Te despediste, me dijiste que no importaba el tiempo, pero si importaba. Que no importaba la distancia, pero si que importaba. Me dijiste que todo estaría bien y todo estuvo tan tan tan mal.

Me distraje por momentos con las mariposas que por allí revoloteaban, sus colores eran muy lindos pero no podía pensar en lo obvio que era ello, si no que alguna vez fueron orugas, alguna vez se arrastraron por el suelo y llegaron a ser hoy así de hermosas. Habían muchas aves también allí, iban en grupos... nunca solas... nunca solas.

Miro hacia un lado, por donde se supone deberías llegar, pero aún nada. La naturaleza me acompaña, pero también se hartara de mi, estoy segura. Lo alado volará, lo rastrero desaparecerá y lo inerte dormirá. Y otra vez me quedaré sola y cerraré los ojos para que no me vean llorar... para que no me vean aguardar por tu llegada, que nunca se realizará.

Me he dado cuenta... el laberinto lo construí yo misma, el banquito lo coloqué yo, la salida no la he creado aún; y por más que oigas mis gritos de auxilio sé que no vendrás. No es tu culpa, es mi derecho, me lo he ganado.

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